Es una de esas tardes en las que te gusta perderte por ese rincón que solo tú conoces. En este punto, un grupo de encinas te observan mientras paseas; el tiempo se detiene mientras te dedicas a lo que más te gusta: escaparte y perseguir en el bosque cualquier signo de vida alrededor. Te maravillas ante las pisadas de un animal, cuando oyes el trinar de los pájaros, el fluir de un arroyo…No son elementos que pasan ante ti sin más, sino que dejan un poso en ti: te traen recuerdos, te evocan lugares y te sugieren nuevas creaciones. Como las hojas que se me mueven, que hacen que te imagines el tintineo de unos pendientes; o una rama, a partir de la cual te imaginas una pulsera.
Pero tu atención se centra en un pequeño detalle que te encuentras en el suelo. Se trata de un colmillo abandonado en una senda, la huella del paso de un gran animal y cuyos pasos retomas tú ahora. Te insinúa una nueva idea para una joya, te acercas al objeto, lo miras con detenimiento y lo ves claro. Hay un detalle que lo hace diferente: es la hoja de árbol que permanece debajo del objeto, que abraza el colmillo abandonado casi como si fuera un fósil, que hace del conjunto un todo con sentido.
Quieres que la pieza exprese esa misma unidad, el mismo todo orgánico que se presenta en la naturaleza. Huyes del artificio. Por eso, estos anillos y colgantes, forjados a partir de colmillos y amoladeras naturales, están pensados y labrados para que sean un bloque íntegro, que aluda a ese que te puedes encontrar en medio de una senda. Por eso no se tratan de fragmentos superpuestos o impostados. Por eso empleas un engarce único, que imita las formas de una hoja, que permiten convertir la joya en un todo orgánico
De la misma manera, las perlas de venado, tan preciadas y tan únicas, generan el mismo efecto en pendientes, en anillos, en colgantes. Siempre haciendo guiños a su origen, siempre dando lugar, por sus formas y su forma de trabajarlas, a piezas tan únicas como irrepetibles.
Igual que nuestros antepasados usaban estos elementos ornamentales, para nosotros no son solo joyas. Hablan de nuestra conexión con un espacio, simbolizan la atracción que sentimos por la naturaleza, nos cuentan más de nosotros, cosas que a veces creemos olvidadas. Como que somos tan únicos e irrepetibles como estas joyas.
Eso justo es lo que persigues con cada joya que creas.