Y, de repente, la sorpresa llama a tu puerta

Nunca sabes qué es lo que te va a sorprender cada vez que se abre esa puerta. Cuando alguien conduce sus pasos hacia el taller sabes que algo nuevo va a deparar. Siempre. Imagina la situación: un día cualquiera, una mañana de cualquier semana, una rutina más o menos esperada, un quehacer diario. Y, de repente, casi sin quererlo, un nuevo reto, un nuevo desafío acaba de llamar a tu puerta.

Imposible decir que no: nunca sabes dónde se encuentra la siguiente sorpresa de tu vida, ni adónde te va a llevar. Justo ahí está la magia, esa que se cocina permanentemente en el atelier.

Esta vez la sorpresa tenía un aspecto familiar, una de esas ocasiones en que ves un objeto y te parece conocido. Pero lo observas y lo sabes nada más verlo: tiene algo que lo hace especial, aunque parezca lo contrario. Solo tú lo ves. Tu misión es darle forma, hacerlo diferente, convertirlo en un material único.

Esta vez se trataba de un juego de pendientes. Un antiguo par de perlas rodeadas de un detalle de oro amarillo. ¿Un simple juego de pendientes? Tu misión es dar con su esencia, ir más allá y jugar hasta que tu imaginación haya alcanzado ese lugar en el que todo se convierte en magia.

Esta vez el el truco reside en encontrar la esencia de esa sorpresa que ha caminado hasta ti, de ese desafío que hace poco se ha postrado ante tu puerta. Tú, como siempre, lo dejas pasar y te pones manos a la obra: imaginas, fundes, forjas, moldeas con tus manos… Hasta que lo has encontrado. Y lo has convertido en algo nuevo, lo has actualizado, has plasmado en él tu forma de hacer las cosas. Ahora el tiempo, los años, sigue viviendo en ese juego de pendientes; sí, pero es distinto. Y todo sin perder esa esencia que descubriste al principio.

Tu misión, siempre, es observar, entender y conectar mágicamente con todo aquello que llame a tu puerta. Como esa sorpresa a la que has dado forma esta vez.

Lo mejor de todo es que bien sabes que no será la última.

Nuevos colores, una misma forma de sentir

Hoy comienza un nuevo momento para ti. Es ese instante, otra vez, en el que los árboles cambian de colores, en el que tu cabeza traza los planes para el curso que acaba de empezar, en el que haces, de algún modo, borrón y cuenta nueva, y te pones en marcha otra vez.

Es el momento de llevar a los tuyos al parque más cercano y jugar con las hojas que empiezan a amontonarse en el suelo. De escuchar cómo el viento mece los arboles suavemente. De calzarte unas botas de agua y saltar en los charcos, como una niña. De cambiar tu armario y elegir nuevas prendas, nuevos colores. De quedarte una tarde de sábado en el calor de tu casa disfrutando de ese libro que no tenías tiempo de empezar. De pasar tardes enteras en el cine. De ver llover por la ventana mientras suena tu disco favorito. De contemplar las formas caprichosas que adoptan las ramas desnudas de los árboles. De apuntarte a un curso para aprender algo nuevo. De estar quieta durante horas en medio de un bosque escuchando los sonidos de los animales. De disfrutar del primer vino de la temporada. De volver a coger la cámara de fotos e inmortalizar los colores que brotan de repente a tu alrededor. De buscar una nueva receta, probarla en la cocina y observar cómo cambia el tiempo en la calle. De disfrutar de las playas desiertas, ahora que la mayoría no se atreve —pero tú no eres como el resto—. De experimentar esa sensación que tienes cuando enciendes la chimenea por primera vez en el año. De retomar esos platos de cuchara que te despiertan recuerdos de tu familia, de tu infancia. De coleccionar las hojas caídas y guardarlas como recuerdos de momentos únicos. De redecorar tu casa, de darle un nuevo toque a lo que ves a diario. De elegir una nueva joya, de explorar, de arriesgarse, de buscar.

Este es tu momento, el de retomar ciertas cosas que permanecían esperándote, el de descubrir otras nuevas. Pero siempre con la misma forma de sentir. Que nadie te lo quite.

 

Siempre hay una manera mejor de hacer las cosas: la tuya

Es muy joven, pero lleva ya tiempo aprendiendo de los mejores. Entre lección y lección imagina y se ve a sí mismo como todo un profesional curtido, como un maestro experto que algún día enseñará a otros como él. En ninguno de sus proyectos que sueña para su futuro, esos que le abordan en sus ratos muertos o cuando no está trabajando, permanece alejado del oficio que le está empezando a marcar. Sabe que será de por vida.

Es muy joven, pero en los talleres de la ciudad en los que es aprendiz ya es conocido por su desenvoltura, por su capacidad de aprehender todo lo que se va encontrando día a día. Pero tiene algo más, algo solo para él: en las tardes frías, cuando sale de los talleres de la ciudad que le han dado una oportunidad, vuelve solo a su casa. Allí tiene un rincón que se ha creado para sí mismo. Por su cuenta está explorando las infinitas posibilidades que encuentra en su nuevo oficio. Quiere ir más allá.

Está agradecido a los maestros joyeros que le instruyen en un trabajo que está empezando a amar. Pero quiere más. En la intimidad de su hogar funde materiales, experimenta con el oro, lo une con otros materiales… Las posibilidades son infinitas.

Le divierte lo que hace de continuo, pero quiere algo más. Le llenan las enseñanzas y las preparaciones de sus mentores, pero ve otras posibilidades. Salir de lo que se espera de un profesional como él en una ciudad como esa en la que está aprendiendo.

En casa tiene un pequeño altar. Es ese espacio que ha imaginado para indagar, ese lugar consagrado a llevar su oficio a otra dimensión. En el pequeño escritorio hay resinas, barro, vidrios; también funde oro, que él utiliza con materiales hasta ese momento insospechados. Las posibilidades son infinitas.

Poco a poco, como en esos planes con los que había fantaseado, el rincón se va haciendo más grande. Los materiales, las ideas, las creaciones y los nuevos proyectos cada vez ocupan más sitio. Hasta que, por fin, el pequeño lugar donde daba forma a sus sueños de juventud se convierte en todo un taller profesional que llega hasta el día de hoy.

Ahora, como entonces, es un espacio personal en el que, como un buen actor, ensaya y ensaya hasta dar con su propia voz, su forma de presentarse ante el mundo. Siempre respet
ando, claro, esas enseñanzas de quienes le ayudaron a amar su oficio.

Como él, nunca te quedes con un solo modo de hacer las cosas. Busca tu camino cueste lo que cueste, tu forma única e irrepetible de expresarte: siempre será la manera mejor de hacer las cosas.

 

Ahora que vuelves a empezar…


… Imponte nuevas metas, nuevos objetivos. Retoma la práctica de ese instrumento musical que hace años que no tocas. Escoge un deporte nuevo. Apunta los sueños que tienes cada día y revísalos de vez en cuando. Agradece a esa persona por algo nuevo que te enseña. Aprende una palabra en otro idioma cada día. Llama a tu mejor amiga del colegio, poneos al día. Cada fin de semana ve a la cocina y haz una receta que nunca hayas hecho. Ve al cine a ver una película nueva cada semana. Pasa más tiempo con los más pequeños de la casa y observa con asombro todo lo que hacen. Desconecta en un lugar abierto cuando te agotes. Sonríe.

Ve al trabajo por un camino distinto. Apaga el móvil durante unas horas de vez en cuando. Haz una lista de los libros que más te han marcado y retómalos. Camina una hora al día. No importa el destino. Dibuja en un mapa todos esos sitios que te gustaría conocer. Apúntate a clases de ese idioma que siempre quisiste aprender, de ese baile que siempre quisiste practicar, de esa actividad que sabes que es para ti.

Atrévete y compra esa prenda, esa joya, ese objeto que llevas tiempo anhelando. Lo mereces. Haz una lista de todas esas personas que hace tiempo que no ves y con las que te gustaría reencontrarte. Llámalas una a una. Visita un rincón de tu ciudad al que nunca hayas ido. Conserva un cuaderno en el que escribir a diario cualquier cosa que se te venga a la imaginación. No importa el resultado. Haz un repaso de todo lo que tienes y deshazte de lo que no uses. Enséñale a tus hijos los lugares en los que creciste. Explora el mundo. Descubre cosas nuevas. Arriésgate. Sueña.