No pienses en que algo puede pasar; simplemente hazlo.
Tampoco en cuántas cosas podrías haber hecho si hubieras obrado de otro modo; simplemente céntrate en este mismo momento, sé consciente de él y de lo que te rodea. Siente como si no hubiera mañana.
Olvida aquel día en que, crees, no estuviste a la altura, o no reaccionaste de la forma en que esperabas; para ti no existe la palabra arrepentirse.
No te quedes parada mirando cómo se comporta el resto, cómo van pasando a tu alrededor; muévete, hacia donde te mande tu instinto, aunque a veces suponga ir en la dirección contraria. Pero no pasa nada, todas las rutas son válidas.
Que no te inquieten esos planes de futuro, que pueden salir bien, que pueden escaparse o que te pueden dejar de lado; solo disfruta del aquí y del ahora, empezando por hoy. No sabemos dónde estaremos en el siguiente paso.
Te vienen a la cabeza nombres, personas, compañeros de viaje, todo lo vivido y esos instantes que tanto disfrutaste a su lado; coge el teléfono, haz una llamada y revívelos. Mejor aún: crea otros nuevos.
Nunca te ha gustado permanecer en el mismo sitio, por cómodo que sea; aprende cosas nuevas, siempre lo has hecho. ¿Recuerdas la emoción de las primeras veces, de los primeros pasos?
Deja de pensar en lo que pudo haber sido, en aquel tren que no cogiste, en aquella oportunidad que a veces vuelve a ti y te encuentra casi sin quererlo; simplemente, búscate otras metas. O búscate a ti, sin más.
Nunca te dejes vencer por el desaliento, ni por el cansancio, destierra esos términos de tu vocabulario; ponte en marcha y actívate, solo tú sabes cómo hacerlo.
No estés parada mirando el mapa, pensando y pensando cuál va a ser el itinerario más seguro o el más recomendable; tan solo echa a andar y ya descubrirás dónde acabas. En la sorpresa reside lo mejor, siempre.
No le des más vueltas; simplemente actúa. Y disfruta. Hoy es el mejor día para ello.