El Manifiesto

Elegir una joya no es escoger un mero complemento. Es una forma de reafirmar los rasgos que te definen. Es una declaración de intenciones

De una forja no solo nacen pequeños detalles. Como tampoco lo hacen los meros accesorios. De la misma manera que cada cada brote en primavera contiene la esencia misma de una nueva vida, del taller del artesano surgen conceptos, no simples joyas. A simple vista, son solo unos pocos gramos de un metal precioso, de un elemento decorativo.

Pero es mucho más que eso.

Llevar una joya no es aportar una pincelada a la personalidad de quien la luce. Tampoco es un pequeño gesto carente de sentido como tampoco se trata de un adorno escogido al azar.

Puede ser toda una declaración de intenciones.

Por eso lo que se vive en el taller es todo un proceso de transformación. Las manos y la mente del artesano extraen ideas e imágenes de la materia prima. Algunas veces, solo quien lleva la joya puede entenderlas.

Un poco de oro puede ser mucho más que unos gramos de metal precioso. No tiene por qué ser un signo de ostentación, ni de arrogancia o de presuntuosidad. Al lado de un elemento que remite a la naturaleza puede descubrir tu lado salvaje; junto a una pieza inesperada, tu necesidad de huir de lo establecido y de lo que se espera de ti; su diversidad de formas y contextos, tu de deso de mirar más allá.

Porque ese es el cometido del artesano en su taller. Donde algunos ven un simple material en bruto, otros esculpen símbolos, se atreven a encontrar significados que parecían estar más ocultos.

Solo hay que atreverse a buscarlos.